miércoles, 7 de noviembre de 2007

Ese Pañuelo Blanco




Cuando se piensa en las Madres de Plaza de Mayo automáticamente se viene a la mente un pañuelo blanco, ¿Pero qué significado tiene ese pañuelo?
En una charla con Mercedes de Meroño, una de las Madres de la Asociación, entendimos que su pedido de justicia por la aparición de los 30.000 desaparecidos no es sólo un grito a viva voz, lo hacen en cada detalle, cada paso, cada palabra. El pañuelo es tal vez la manera más silenciosa y al mismo tiempo más profunda y fuerte de pedir por sus hijos.


Las Madres marchaban incesantes en la Plaza de Mayo, sin nada más que su pedido de justicia. Querían que todos escucharan que en nuestro país había desaparecidos, querían saber dónde estaban sus hijos, qué era lo que habían hecho con ellos, "Nos sumábamos a todos los actos que podíamos para hacernos ver", dice Mercedes.
La Iglesia, para ese entonces, había organizado una peregrinación a Lujan convocando a un millón de personas.
"Pasó hace exactamente treinta años, el 7 de octubre de 1977, y las Madres decidimos ir. Fue entonces cuando surgió el problema: cada una venía desde distintos lugares de Buenos Aires, no salíamos todas juntas. Y ahí surgió la pregunta ¿ Cómo nos íbamos a reconocer?"

Y ahí, sin saberlo y casi por casualidad le dan nacimiento al símbolo que hoy las representa en todo el mundo. Ese pañuelo blanco, contiene el hecho más simbólico de la Asociación. Discutiendo sobre la mejor manera de reconocerse surge este diálogo:
- Vamos a ponernos un pañuelo.
- ¿Un pañuelo…pero de qué color?
- Y bueno, blanco.
- Y che, ¿si nos ponemos un pañal de nuestros hijos?
Ese pañuelo blanco fue entonces ni más ni menos que un pañal de los hijos que ya no estaban. No era algo raro, ya que todas tenían eso de recuerdo “ en esa época se guardaba la primera muda, el primer pañal", recuerda Mercedes con una sonrisa nostálgica.
Esa fue la forma más profunda y directa que tuvieron las Madres para pedir por la aparición de sus hijos. Las mujeres del pañuelo blanco fueron capaces de pedir por ellos frente a un millón de personas delante de la Basílica de Luján, entre rezos y lágrimas. Ese pañuelo que alguna vez habían usado sus hijos, a partir de ese día sirvió para pedir y gritar por ellos. En esa marcha nació un símbolo imposible de ignorar y dio comienzo a una historia que hoy continúa.

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